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domingo, 13 de julio de 2014

VIDAS DE SANTOS: San Martín de Porres


  • San Martín de Porres: FIESTA 3 DE NOVIEMBRE 
Nació en la afueras de Lima, Perú, el día 9 de diciembre del año 1579 y fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila en que recibió el bautismo santa Rosa de Lima, siete años más tarde.
Hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava y de Ana Velásquez, negra libre panameña. Desde temprano, Martín se destacó especialmente por su amor a los más pobres y enfermos.

Aprendió muy bien los oficios de peluquero y de enfermero, y aprovechaba sus dos profesiones para hacer muchos favores a los más pobres. Por el día trabajaba y por la noche se dedicaba a la oración.
A los 15 años pidió ser admitido en la comunidad de Padres Dominicos del convento del Rosario de Lima, por lo que Martín ingresó como donado. Se le confía la limpieza de la casa; la escoba será para él, junto con la cruz, la gran compañera de su vida. Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes y siendo el último de todos. Su vida estaba presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un amor sin medida.
Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, en la incomprensión y las envidias, camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Redentor.
Pronto la virtud de Martín dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. Con la ayuda de varios ricos de la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para reunir y ayudarles a los que vivían en penosa situación.
Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros. Sin que saliera del convento lo veían llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos.
Tanto esfuerzo sobrehumano llegó a debilitarle peligrosamente. Cayó enfermo. Sufrió entonces muchos ataques del demonio, pero sintió el consuelo y compañía de la Virgen. Cuando supo que se acercaba el momento feliz de ir de gozar de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios.
Era el 3 de noviembre de 1639.
Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Toda la ciudad le dio el último adiós.
                                                                          

VIDAS DE SANTOS: San Juan Bosco


  • SAN JUAN BOSCO: FIESTA 31 DE ENERO

Maestro y padre de la juventud - Sacerdote, fundador de la Congregación Salesiana y la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora; especial amigo de los jóvenes; y un hombre, que nos manifiesta con su vida que la compasión hacia los hermanos nacida del amor a Dios y a la Santísima Virgen nos lleva a realizar obras extraordinarias.






En 1815 nació en la aldea de Becchi, al norte de Italia. Sus padres eran campesinos y de vida muy humilde.
A los nueve años de edad tiene una visión. En ella descubre su vocación de sacerdote, y le despierta un gran interés por ganar a los adolescentes para la fe cristiana. Ésta sólo sería la primera de muchas visiones a lo largo de su vida.
A los veinte años entró en el seminario de Chieri y fue ordenado en 1841. Luego, viaja aTurín a comenzar su labor celebrando su primera Misa.
Visitando las cárceles y los hospitales observa con compasión que los jóvenes viven en focos de vicio y de peleas. Ociosos y desolados terminan prisioneros por robo o a causa de las rivalidades que se daban en las calles. El 8 de diciembre de 1841 nace el Oratorio Salesiano, donde los jóvenes veían en Don Bosco un padre y un maestro, su admiración llevaba a algunos de ellos a querer ser cómo él. El 26 de enero de 1854 funda la Congregación Salesiana. Diez años después se pone la primera piedra del Santuario de María Auxiliadora en Turín. Ocho años más tarde inicia la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas) cuya labor era la misma que para los jóvenes pero entre las niñas.
“La Eucaristía y la Virgen son las dos columnas que han de sostener nuestras vidas”. Y también decía: “Sed devotos del Papa, es una de nuestras principales devociones”
“Salud, sabiduría, santidad” (son las tras « S» en las que insistía Don Bosco)
Murió en el amanecer del 31 de enero de 1888. A los salesianos que están en torno a su lecho les dijo: "Quereos como hermanos. Haced el bien a todos, el mal a nadie... Decid a mis muchachos que los espero a todos en el Paraíso."
Así concluyó la vida de este santo que supo llevar adelante su obra como resultado del amor a Dios, la compasión por sus hermanos y la confianza en la Divina Misericordia. Para él la santidad consistía en “estar siempre alegres”; y la alegría es nada menos que aquella gracia que se nos otorga cuando sabemos dilucidar la misión que Nuestro Señor espera de cada uno, y entregamos la vida para el cumplimiento de su Voluntad, como nos enseñó San Juan Bosco con cada una de sus acciones.

San Juan Bosco
 
 
 

VIDAS DE SANTOS: Santa Inés

SANTOS... VIDAS EJEMPLARES
  •   SANTA INÉS: FIESTA: 21 DE ENERO
Santa Inés tuvo un breve paso por la tierra, sin embargo suficiente, gracias a su intensa y profunda fe, para ser modelo de fidelidad a su Amado Jesús por sobre todas las cosas, llegando incluso a dar su vida. Su mismo nombre es presagio de su vida. Inés significa "pura" en griego y "cordera" en latín. Muere pura, imitando a su amado, el Cordero de Dios.

Santa Inés nació al rededor del año 290. Pertenecía a una noble familia romana, recibió muy buena educación cristiana y había consagrado su virginidad al Señor Jesús. Debido a sus riquezas y hermosura, la santa fue pretendida por varios hombres, incluso por el hijo del alcalde de Roma, el cual le prometió grandes regalos a cambio de la promesa de matrimonio. Pero ella, fiel a su Esposo Jesús, le respondió: "He sido solicitada por otro Amante. Yo amo a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta". Ante esta negativa, él la denunció como cristiana al gobernador. En ese tiempo se estaba realizando la persecución de Diocleciano.

El gobernador intentaba persuadirla con amenazas, al no lograr convencerla,  la apresó y la amenazó con las llamas. Pero todo en vano. Finalmente resuelve condenarla a muerte degollada. En el momento de morir le dice al gobernador, que aún la intentaba persuadir de que renegara de su fe y fidelidad a Jesús a cambio de perdonarle la vida: "La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Únicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo. ¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no quiero sea de ojos que no deseo complacer". No quedó lugar sin herida en aquel cuerpo tan pequeño.

Llegado el momento del martirio, reza y espera sin temor la llegada de su propia muerte. Sus restos fueron enterrados en la Vía Nomentana, en las llamadas catacumbas de Santa Inés. Aún hoy, el 21 de enero de cada año, se bendicen en este lugar dos corderillos con cuya lana se teje el Pallium del Papa y de los Arzobispos. La Iglesia introdujo su nombre en el canon de la Misa.



Yo amo a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta.


¡TÚ TAMBIEN PUEDES SER SANTO!



 ¿CÓMO SER SANTO HOY?

"Todos los fieles, de cualquier estado  o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad". Todos estamos llamados a la santidad: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". Si queremos corresponder a la llamada universal a la santidad, debemos poner empeño en ser piadosos, con un plan concreto de oraciones y devociones que nos llevará, sin darnos cuenta, a tener una vida contemplativa. 

Sin embargo quizás te preguntes: Con mis debilidades ¿Cómo llegar a ser santo? No temas, pues los Santos han sido seres humanos con fragilidades, como tú y como yo. Basta recordar a san Jerónimo quien teniendo un violento temperamento, luchó contra esa debilidad toda su vida; a Dimas, el “buen ladrón” quien terminó su vida con un acto de amor y de arrepentimiento, llegando a ser heredero del paraíso prometido por Jesús, así también a San Francisco de Asís, a San Agustín…entre otros.

Los hombres no nacen santos, ni con privilegios o dones especiales sino que cada uno de ellos a lo largo de su vida, se esforzó y luchó contra sus debilidades  adquiriendo los hábitos de la virtud; nunca perdieron de vista los extremos más recónditos de su debilidad, sino que cada uno conquistó la santidad mediante la vigilancia continua de sí mismos, conscientes de lo que eran y conscientes de lo que podrían llegar a ser. Esta manera de proceder y la conciencia clara de la propia tendencia al mal, los lanzó a los brazos de Dios haciendo que el Espíritu de Jesús brillara en ellos cada vez  con más claridad.

La santidad es obra de Jesús pero Él no se impone, sino que, requiere la respuesta libre del hombre, pues quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón.

 
"La santidad no es el lujo de unos pocos; es un sencillo deber que tenemos tú y yo".

TODOS ESTAMOS LLAMADOS A LA SANTIDAD

¿Interceden los santos por nosotros?






Por el hecho que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre.

 Una de las mayores dudas que se crean con la figura de los santos es su capacidad de ser mediadores entre Dios y los hombres. Debido al pasaje bíblico de 1 Tim 2:5 muchos han hecho una interpretación errada. Ahí se dice: "porque hay un sólo Dios, y también un sólo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre". La primera interpretación nos diría que no cabe duda de que solo Jesús es el mediador entre Dios y los hombres, por lo tanto, afirmar que la intercesión de los santos es posible sería algo anti-bíblico, pero, la realidad es que no la contradice.
Muchos de estas interpretaciones se basan en prejuicios contra la Iglesia y la gran mayoría de interpretadores fundamentalistas terminan contradiciéndose. Esto también se debe a la ignorancia sobre lo que enseña la Iglesia Católica.
El cristiano cuando reza por otro o a un santo, su oración es en Cristo, no pensando que Cristo no tiene nada que ver en la oración. Nuestra oración no excluye la mediación de Cristo sino que es una mediación participada de su mediación. Así, en la Escritura se demuestra como muchas cualidades de Dios se nos atribuyen a nosotros.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos indica (956):

Por el hecho que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad.  
La mediación de los santos es real y verdaderamente fuerte ya que ellos viven la Gloria de estar con Cristo en los Cielos, y siguiendo de nuevo al apóstol Pablo cuando dice: "Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres (1 Tim 2,1)", los cristianos tenemos la necesidad de orar para vivir el amor reconciliador que nos enseñó Jesús al abrirnos las puertas de la Casa del Padre. 

¿Por qué el culto a los santos?





A los santos les rendimos culto de dulía o veneración;  y la Iglesia nos recomienda este culto como justo y saludable. Este culto es lógica consecuencia del dogma de la comunión de los santos. En efecto, si nos podemos comunicar con los bienaventurados del cielo ¿porque no honrarlos? ¿porqué no invocar su patrocinio?
Los santos que están en el Cielo, a quienes verdaderamente rezamos y honramos (sus imágenes, son un simple recordatorio como las fotos de nuestros abuelos –no creo que alguien crea tener a su abuelo encerrado en un álbum–) no son mudos, pues el libro del Apocalipsis, cuando habla de los santos que asisten al trono del Cordero, dice que ellos cantan un cántico nuevo delante del trono (cf. Ap 14,3). Y se puede leer su hermoso cántico en Ap 19,6-8. 
La veneración singular a María (veneración que, para distinguirla de la que reciben los demás santos se denomina “de hiperdulía”, mientras que la veneración u honra que se tributa a aquéllos se denomina “dulía”, y el culto propio de Dios “latría”) está profetizada por el mismo Evangelio; San Lucas pone en boca de María en casa de Isabel: en adelante todos los hombres me llamarán bienaventurada (Lc 1,48). No podemos entender, entonces, por qué algunos protestantes nos condenan cuando la llamamos “bienaventurada”, pues no es otra cosa el honrarla o venerarla.
  • Latría: se llama así al culto de adoración que le debemos y otorgamos a Dios. Implica un reconocimiento absoluto de nuestra subordinación ante la realidad divina (del griego Latreia, adoración, veneración).  
  • Dulía: se llama así al culto que tributamos a los santos. Implica una relación entre iguales, por lo tanto no implica ninguna subordinación, sino un respeto y cariño especial a los que nos preceden en la fe y en la salvación (del griego douleia, servidumbre).
  • Hiperdulía: es el culto que debemos a la Santísima Virgen María. Como ser humano que es participa del culto de dulía (culto entre iguales) pero elevado a un grado especial en atención a la especial predilección divina por ella y a las gracias extraordinarias que recibió desde su concepción inmaculada.  
¿Por Qué El Culto A Los Santos?
Estos hombres y mujeres ejercitaron las
virtudes de un modo heroico.

viernes, 4 de julio de 2014

¿Qué es ser santo?




Los santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones. Ellos son, también de forma particular, los pioneros y los que impulsan la nueva evangelización: con su intercesión y el ejemplo de sus vidas, abierta a la inspiración del Espíritu Santo, muestran la belleza del Evangelio y de la comunión con Cristo a las personas indiferentes o incluso hostiles, e invitan a los creyentes tibios, por decirlo así, a que con alegría vivan de fe, esperanza y caridad, a que descubran el «gusto» por la Palabra de Dios y los sacramentos, en particular por el pan de vida, la eucaristía. Santos y santas florecen entre los generosos misioneros que anuncian la buena noticia a los no cristianos, tradicionalmente en los países de misión y actualmente en todos los lugares donde viven personas no cristianas. La santidad no conoce barreras culturales, sociales, políticas, religiosas. Su lenguaje – el del amor y la verdad – es comprensible a todos los hombres de buena voluntad y los acerca a Jesucristo, fuente inagotable de vida nueva.

Papa Francisco I
El ideal de la vida cristiana es el llamado a la santidad

Los santos y nosotros


 Al invocar a los santos siempre contemplaremos las virtudes que Dios obró en ellos.

El Santo Padre ha beatificado y canonizado a una gran cantidad de hombres y mujeres a lo largo de toda la Iglesia Universal. Con esto la Iglesia ha reconocido oficialmente su testimonio de santidad. De esta forma ellos se convierten para los creyentes en un modelo de santidad y en intercesores en favor nuestro. Por supuesto la Iglesia Católica a nadie obliga a invocar y tener devoción a los santos. Solamente los propone como modelos para ser imitados. 

 Dice el CATECISMO
¿Somos todos llamados a la santidad?

Sí, todos los bautizados, ya pertenezcan a la Jerarquía, a los laicos, todos somos llamados a la santidad.
¿Quiénes son los santos ?
Los que llegaron ya a la patria y gozan de la presencia del Señor. Ellos no cesan de interceder por nosotros presentando a Dios por medio del único Mediador Jesús (1, Tim. 2, 5), los méritos que en la tierra alcanzaron.
¿A qué nos llama Dios?
Dios nos llama a responder al deseo natural de felicidad que El mismo ha puesto dentro de nosotros. Y esta felicidad sólo la podemos lograr con la santidad de vida.
¿Qué es la comunión de los santos?
La comunión de los santos significa que así como todos los creyentes forman entre sí un solo cuerpo, así también el bien de unos se comunica a otros.
¿Interceden los santos por nosotros?

Sí, ellos interceden por nosotros al presentar, por medio del Único Mediador Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra.
Ellos son ejemplo para alcanzar la santidad