Beato Álvaro del Portillo
Monseñor Álvaro del Portillo nació en Madrid (España) el 11 de marzo de
1914, tercero de ocho hermanos, en una familia cristiana. Era Doctor
Ingeniero de Caminos y Doctor en Filosofía y en Derecho Canónico. En 1935 se incorporó al Opus Dei, fundado por san Josemaría Escrivá de
Balaguer el 2 de octubre de 1928. Vivió con fidelidad plena la vocación
al Opus Dei, mediante la santificación del trabajo profesional y el
cumplimiento de los deberes ordinarios, y desarrolló una amplísima
actividad apostólica entre sus compañeros de estudio y con los colegas
de trabajo.
Muy pronto se convirtió en la ayuda más firme de San Josemaría, y
permaneció a su lado durante casi cuarenta años, como su colaborador más
próximo.
El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote. Desde entonces se dedicó
enteramente al ministerio pastoral, en servicio de los miembros del
Opus Dei y de todas las almas.
En 1946 fijó su residencia en Roma, junto a San Josemaría. Su servicio
infatigable a la Iglesia se manifestó, además, en la dedicación a los
encargos que le confirió la Santa Sede como consultor de varios
Dicasterios de la Curia Romana y, especialmente, mediante su activa
participación en los trabajos del Concilio Vaticano II.
Primer sucesor de San Josemaría
El 15 de septiembre de 1975 fue elegido primer sucesor de San Josemaría. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura Personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal.
Su entrega al cumplimiento de la misión recibida, siguiendo las
enseñanzas de San Josemaría, hundía sus raíces en un hondo sentido de la
filiación divina, fruto de la acción del Espíritu Santo, que le llevaba
a buscar la identificación con Cristo en un abandono confiado a la
voluntad de Dios Padre, constantemente alimentado por la oración, la
Eucaristía y una tierna devoción a la Santísima Virgen.
Su amor a la Iglesia se manifestaba por su profunda comunión con el Papa y los Obispos. Su caridad con todos, la solicitud infatigable por sus hijas e hijos en el Opus Dei, la humildad, la prudencia y la fortaleza, la alegría y la sencillez, el olvido de sí y el ardiente afán de ganar almas para Cristo, reflejado también en el lema episcopal —regnare Christum volumus!—, junto con la bondad, la serenidad y el buen humor que irradiaba su persona, son rasgos que componen el retrato de su alma.
En la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar
de una peregrinación a Tierra Santa, donde había seguido con intensa
piedad los pasos terrenos de Jesús, desde Nazaret al Santo Sepulcro, el
Señor llamó a Sí a este siervo suyo bueno y fiel. La mañana precedente
había celebrado su última Misa en el Cenáculo de Jerusalén.
El 15 de septiembre de 1975 fue elegido primer sucesor de San Josemaría. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura Personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal.
Su amor a la Iglesia se manifestaba por su profunda comunión con el Papa y los Obispos. Su caridad con todos, la solicitud infatigable por sus hijas e hijos en el Opus Dei, la humildad, la prudencia y la fortaleza, la alegría y la sencillez, el olvido de sí y el ardiente afán de ganar almas para Cristo, reflejado también en el lema episcopal —regnare Christum volumus!—, junto con la bondad, la serenidad y el buen humor que irradiaba su persona, son rasgos que componen el retrato de su alma.
Primer sucesor de San Josemaría |
El Santo Padre rezando junto a los restos mortales de don Álvaro | . |